lunes, 25 de octubre de 2010

"Silencio ensordecedor"

Veo al firmamento apenas prorrompe el sol entre los óbices irregulares. Alzo la mirada al nivel de la tierra, dispongo mis oidos en todos los ángulos. Optimizo mi tímpano, y aún así sigo sin escuchar absolutamente nada. Desde que la vegetación se encuentra lozana hasta el adormecer de la misma, el silencio perdura. Entre mis sentidos no veo la regalía del sonido, del sentirlo. Recreo aquello que tanto ambiciono con sutiles movimientos de lazos en mi mente. Veo, siento, huelo y degusto aquellas idas y venidas de las líneas como si fueran la única existencia en el universo, como si no hubiera igual. A veces pierdo la esperanza de conseguirlo, pero entonces recuerdo que existe, que alguien entre la gente del mundo tuvo tal facultad. Para asegurarme de que no pierdo el tiempo pregunto a todo el que conoce algo de ésta. Las palabras las filtro como agua, pues tampoco hay mucho que contar. Duermo por las noches soñando con tenerlo, con encontrarlo, con aunque sea saber que es verdad. Pero poco a poco me pierdo, las anécdotas que me contaban no coincidían con las que ahora me mostraban. Dejo de creer en su ser, pues cada uno lo ve como quiere y no como uno. Y en mis momentos de más desaire, en mi lecho de muerte, escucho. Escucho el viento, el jilguerillo al unísono, el movimiento constante de los objetos. Muero con una sonrisa en mi boca sabiendo que mis últimos momentos fueron ensordecedores, de tan silenciosos.

viernes, 15 de octubre de 2010

"Tierra de nadie"

Mini-cuentito de un yuntero, como lo eran en aquella época, y aún los hay.
Ni las colinas más inclinadas, como lo son en aquel lugar, son lo asaz empinadas para que el ceniciento se deje vencer. El clima es siempre el mismo, la manducatoria también, lo único que no lo es, es la tierra. Son días, noches y hasta a veces meses, para que lo inesperado vuelva para despojar al pobre de sus meros esfuerzos. Se arraiga a la costumbre, como la costumbre se arraiga a él. Enfermedad no existe en mente, pero ésta se siente en cada paso dado, que cada vez le acerca más a la partida. Hambre no conoce, dolor tampoco, resalta su suerte en el firmamento como un tahúr a un objeto. Soslaya el descanso, sabiendo y temiendo que ya tiempo tendrá para ello. Resguarda incalculables pesares, dejando pensares caer en su camino. El mundo recorrió, en su saber, pero memorias no tiene. Mudo, ciego y sordo se entiende, mas mejor tacto que el de él, inadmisible. Representa al hombre de piedra, al patriota resignado, que sin militar para su vecino, lo es para sí mismo.

Diccionario: manducatoria : alimento (según Word); asaz : bastante, muy; militar : participar, existir (según Word).
Nunca llegaré a ser Hernandez, pero como dice Serrat: "de mica en mica" (de poco a poco)...